Es habitual hablar de que los trastornos digestivos se visibilizan en la apariencia de la piel. En este sentido, son muchas las personas que llegan a la consulta con el equipo preguntando acerca de problemas cutáneos ligados a los malos hábitos, con situaciones como tono apagado, arrugas y flacidez.
En definitiva, diversos estudios hablan de la conexión entre lo que ingerimos, el estrés que vivimos y el aspecto que alcanzamos. De otra forma, la unión entre la flora intestinal y los procesos alimentarios involucran a la barrera cutánea.
Como afirman nuestros especialistas con los que trabajamos continuamente, el intestino tiene mucho que ver con el sistema inmune humano. Es el ámbito donde se producen los nutrientes, se metabolizan las hormonas, neutralizan los patógenos y producen los neurotransmisores, por lo que es esencial que la digestión sea saludable.
Los inconvenientes digestivos que afectan a la piel se relacionan con el tránsito intestinal lento, que se traduce en hinchazón, meteorismo y estreñimiento, dando lugar a malestares crónicos luego de comer y a las inflamaciones recurrentes por estrés y agentes irritantes a causa de intolerancias no tratadas que afectan la digestión.
La mala absorción y funcionalidad es la que deriva en que los nutrientes aprovechados vayan a los órganos vitales y no a la piel, causando múltiples problemas dermatológicos asociados a la falta de protección contra bacterias, toxinas y radicales libres que envejecen e inflaman, como explica la especialista Dra. Polonsky con la que trabajamos recomendando a pacientes que desean mejorar esto.
Conocer esta relación concreta entre la alimentación y el aspecto es necesario para combatir el problema. Como así también un diagnóstico preciso y tratamientos que incluyan dieta equilibrada, relajación y procedimientos naturales de medicina estética que puedan favorecer la salud y aspecto de la piel afectada.
